¿Qué es el dolor?
El dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño real o potencial de los tejidos del organismo, o que simula el mismo, según la Asociación Internacional para el Estudio del dolor (IASP, de sus siglas en inglés). Es un fenómeno complejo en el que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales.
Hay muchas maneras de clasificar el dolor según en qué característica ponemos la atención, con lo que podemos hablar de un dolor agudo o crónico (si dura horas-días o por el contrario dura más de tres meses), o de un dolor leve, moderado (cuando interfiere en las actividades normales de la persona) o severo (interfiere con su descanso). Por otro lado, son especialmente interesantes las dos siguientes formas de clasificar el dolor, puesto que nos ayudan mucho a elegir la medicación y consejos más adecuados, y modificar sus pautas según su respuesta:
Dolor nociceptivo
Este tipo de dolor se debe a daño de los sensores del dolor (nociceptores) localizados en órganos o tejidos, y suele responder bien al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos (de esta familia son el paracetamol o el ibuprofeno entre muchos otros), y también a analgésicos opiáceos (derivados de la morfina).
Visceral
Se produce por alteración de los sensores que recogen el dolor en las vísceras u órganos internos (hígado, páncreas, bazo…). Es un dolor continuo, profundo y mal localizado, que puede irradiarse o reflejarse en zonas alejadas al lugar donde está la lesión que lo produce. Suele acompañarse de náuseas, vómitos, sudoración o mareo. Pueden requerir estudios concretos urgentes para averiguar qué está dañado y tratar la lesión que lo causa: apendicitis, colecistitis, abscesos o sangrados internos, etc. En otras ocasiones puede deberse a enfermedades ya conocidas, como infiltraciones tumorales, en cuyo caso se pauta tratamiento con analgésicos opiáceos y no opiáceos.
Dolor psicógeno
En este tipo de dolor es muy importante la participación de factores psicosociales de cada individuo. Generalmente responde solo de forma parcial a los analgésicos de cualquier tipo a pesar de aumento de dosis e intensidad del tratamiento.
Dolor mixto
Tiene características de varios de los tipos de dolor descritos arriba.
Somático
Por activación de nociceptores a nivel de piel, músculos, huesos, vasos sanguíneos y tejidos adyacentes. Produce un dolor punzante, localizado donde se encuentra la lesión y que puede irradiarse siguiendo el trayecto nervioso del nociceptor afectado. Característicamente responde muy bien al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos, tanto orales como tópicos administrados en forma de cremas o sprays. Este tipo de dolor es el que tenemos tras un traumatismo (torceduras, esguinces, fracturas, roturas fibrilares); en estos casos, además de indicarse medicación analgésica, es importante realizar reposo y administrar frío local. También es el caso de las contracturas musculares, en cuyo caso se recomienda administrar calor en lugar de frío.
Dolor neuropático
Producido por estímulo del sistema nervioso sin que haya una lesión existente en otros tejidos. Es un dolor generalmente difícil de definir, punzante, quemante o eléctrico, que puede acompañarse de hormigueo, y de dolor desproporcionado al mero roce en la zona afectada. Algunos ejemplos de este tipo de dolor son los dolores radiculares que se producen por compresión de los nervios en la columna vertebral o en su trayecto y las neuralgias en general. El dolor neuropático puede mejorar al ser tratado con antiinflamatorios no esteroideos y con opiáceos, pero es característica su buena respuesta al tratamiento con antiinflamatorios esteroideos (corticoides) y con antidepresivos y antiepilépticos.
Según el curso del dolor
Dolor intermitente
Aparece en forma de episodios recurrentes de dolor con periodos sin dolor entre los mismos. Puede manejarse con analgésicos, generalmente antiinflamatorios no esteroideos, en los momentos en que hay dolor, en forma de tratamiento intermitente.
Dolor continuo
Aparece en forma de episodios recurrentes de dolor con periodos sin dolor entre los mismos. Puede manejarse con analgésicos, generalmente antiinflamatorios no esteroideos, en los momentos en que hay dolor, en forma de tratamiento intermitente.
Dolor continuo
Persiste a lo largo del día y no desaparece. Requiere un tratamiento analgésico pautado, reglado y continuado.
Dolor continuo controlado
Desaparece tomando la medicación analgésica de la forma pautada.
Dolor continuo no controlado.
Dolor irruptivo
Aparece una exacerbación transitoria y muy intensa del dolor que dura minutos, y después es un dolor controlado el resto del día. En estos casos se pautan tratamientos con opiáceos potentes y con formas de acción muy rápida y de corta duración.
Dolor al final de dosis
Aparece poco antes de administrarse la siguiente dosis de analgésico pautada, generalmente con tratamientos de larga acción. Esto suele indicar necesidad de adelantar la siguiente dosis como pauta habitual.
Con todo ello, podríamos concluir que el dolor no es algo sencillo de entender ni de manejar, y que es importante acudir a nuestro médico de referencia cuando estamos ante un dolor distinto al habitual para conocer su origen y para asegurarnos de estar recibiendo el mejor tratamiento para nuestra dolencia.
Información tomada de https://www.salud.mapfre.es/enfermedades/reportajes-enfermedades/
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