Qué síntomas produce el asma
La hiperreactividad bronquial consiste en una respuesta exagerada del árbol bronquial ante estímulos que en personas sanas serían inofensivos. Genera un estrechamiento de la vía aérea que se produce por contracción de la musculatura lisa de los bronquios y por inflamación de la mucosa de los mismos. Con el tiempo también se produce una remodelación de la vía aérea, con engrosamiento de algunas de las capas de los bronquios, así como un aumento de las glándulas mucosas, que llevan a hipersecreción de moco, y a una pérdida progresiva de la capacidad pulmonar. Como hemos comentado, el asma cursa con episodios de hiperreactividad bronquial, en los que la persona sufre disnea o dificultad para respirar, tos, pitos o sibilancias y sensación de opresión torácica. Es típico que estos síntomas empeoren por la noche o que aparezcan relacionados con algún desencadenante (como alérgenos) la práctica de deporte, las infecciones respiratorias o la exposición al humo del tabaco o a otros contaminantes. Factores de riesgo y desencadenantes Existen múltiples factores de riesgo para el desarrollo del asma, entre los que se encuentran los siguientes: Atopia Consiste en padecer varias alergias simultáneas, y la exposición de estas personas a algunos alérgenos, especialmente a los que viajan suspendidos en el aire. Rinitis y rinosinusitis crónica Episodios frecuentes de bronquitis y el uso de antibióticos. Obesidad y factores hereditarios El tabaquismo y la exposición al humo del tabaco Especialmente durante el periodo intraútero (la exposición de la embarazada aumenta el riesgo de desarrollar asma en el bebé) y durante la infancia. Factores perinatales Como la prematuridad o el nacimiento por cesárea. ¿Qué desencadena una crisis? Por otro lado, hay exposiciones que pueden desencadenar crisis asmáticas en personas susceptibles una vez el asma ya está establecido. Entre ellos, se encuentran: Alérgenos: pólenes, ácaros del polvo, cucarachas, epitelios de animales, hongos, alimentos como la leche de vaca, el huevo, frutos secos, pescados y mariscos o panalérgenos como la LTP (proteína transportadora de lípidos). Fármacos, especialmente los AINEs (antiinflamatorios no esteroideos), como el ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, dexketoprofeno… Exposición laboral: maderas, metales, polvo, harinas, hongos y esporas. Factores ambientales: polución, partículas en suspensión, y virus respiratorios. El ejercicio. Tratamiento Para el diagnóstico del asma hay dos pilares fundamentales: la anamnesis y la espirometría con test broncodilatador. Durante la anamnesis, el médico preguntará acerca de síntomas respiratorios, como tos, pitos o sibilancias y dificultad para respirar, y la relación con posibles desencadenantes, la asociación con otros síntomas, y la existencia de factores de riesgo para desarrollar asma. Si considera que es oportuno descartar la existencia de asma, el médico solicitará una espirometría, que es una prueba de función pulmonar que se realiza respirando de forma normal y forzada, según se van dando indicaciones, para calcular ciertos parámetros en referencia a flujos respiratorios. Posteriormente se realiza siempre un test de broncodilatación, en el que se realiza una nueva espirometría tras la administración de salbutamol inhalado (u otro broncodilatador equivalente). En las personas con asma, el test broncodilatador es positivo, es decir, se ...
Clasificación del dolor
¿Qué es el dolor? El dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño real o potencial de los tejidos del organismo, o que simula el mismo, según la Asociación Internacional para el Estudio del dolor (IASP, de sus siglas en inglés). Es un fenómeno complejo en el que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. Hay muchas maneras de clasificar el dolor según en qué característica ponemos la atención, con lo que podemos hablar de un dolor agudo o crónico (si dura horas-días o por el contrario dura más de tres meses), o de un dolor leve, moderado (cuando interfiere en las actividades normales de la persona) o severo (interfiere con su descanso). Por otro lado, son especialmente interesantes las dos siguientes formas de clasificar el dolor, puesto que nos ayudan mucho a elegir la medicación y consejos más adecuados, y modificar sus pautas según su respuesta: Dolor nociceptivo Este tipo de dolor se debe a daño de los sensores del dolor (nociceptores) localizados en órganos o tejidos, y suele responder bien al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos (de esta familia son el paracetamol o el ibuprofeno entre muchos otros), y también a analgésicos opiáceos (derivados de la morfina). Visceral Se produce por alteración de los sensores que recogen el dolor en las vísceras u órganos internos (hígado, páncreas, bazo…). Es un dolor continuo, profundo y mal localizado, que puede irradiarse o reflejarse en zonas alejadas al lugar donde está la lesión que lo produce. Suele acompañarse de náuseas, vómitos, sudoración o mareo. Pueden requerir estudios concretos urgentes para averiguar qué está dañado y tratar la lesión que lo causa: apendicitis, colecistitis, abscesos o sangrados internos, etc. En otras ocasiones puede deberse a enfermedades ya conocidas, como infiltraciones tumorales, en cuyo caso se pauta tratamiento con analgésicos opiáceos y no opiáceos. Dolor psicógeno En este tipo de dolor es muy importante la participación de factores psicosociales de cada individuo. Generalmente responde solo de forma parcial a los analgésicos de cualquier tipo a pesar de aumento de dosis e intensidad del tratamiento. Dolor mixto Tiene características de varios de los tipos de dolor descritos arriba. Somático Por activación de nociceptores a nivel de piel, músculos, huesos, vasos sanguíneos y tejidos adyacentes. Produce un dolor punzante, localizado donde se encuentra la lesión y que puede irradiarse siguiendo el trayecto nervioso del nociceptor afectado. Característicamente responde muy bien al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos, tanto orales como tópicos administrados en forma de cremas o sprays. Este tipo de dolor es el que tenemos tras un traumatismo (torceduras, esguinces, fracturas, roturas fibrilares); en estos casos, además de indicarse medicación analgésica, es importante realizar reposo y administrar frío local. También es el caso de las contracturas musculares, en cuyo caso se recomienda administrar calor en lugar de frío. Dolor neuropático Producido por estímulo del sistema nervioso sin que haya una lesión existente en otros tejidos. Es un dolor generalmente difícil de definir, punzante, quemante o eléctrico, que puede acompañarse de ...
¿Qué es la fiebre?
La temperatura corporal de nuestro cuerpo es controlada por un área cerebral denominada hipotálamo que se encarga de equilibrar la producción y eliminación de calor para que siempre se mantenga en niveles normales, decir, el hipotálamo es nuestro termostato biológico y es una de nuestras constantes vitales. De esta correcta regulación dependerá el desarrollo óptimo de los procesos metabólicos que ocurren constantemente en nuestro organismo. La fiebre es el aumento de la temperatura corporal como mecanismo de respuesta ante alguna enfermedad o proceso inflamatorio de causa infecciosa o no infecciosa (bacterias, virus, parásitos, tumores, fallos metabólicos, deshidratación, reacción inmune…). Por cada grado de elevación de la temperatura, nuestro consumo de oxígeno aumenta un 13% y se produce un aumento en la necesidad de líquidos y calorías. El hecho de tener fiebre significa que nuestro sistema inmune ha activado al localizar alguna de esas situaciones, por lo que puede comenzar a luchar contra ellas: Dañar directamente a los organismos patógenos Inducir a la apoptosis o muerte programada de las células corporales infectadas o tumorales Inducir la producción de proteínas de choque de calor para proteger a las células sanas. Como curiosidad, el hecho de tener fiebre tiene un efecto positivo a la hora de luchar contra el germen causante, y que las respuestas inmunes del organismo trabajan mejor en temperaturas elevadas. ¿Cómo bajar la fiebre? Lo primero que tienes que hacer si tienes fiebre es no ponerte nervioso, sobre todo si se trata de fiebre baja o moderada. Pero si la fiebre aumenta es recomendable acudir al médico para que diagnostique la causa y nos ponga un tratamiento. No olvides decirle al médico cuándo comenzó la fiebre y si tienes otros síntomas (tos, vómitos, diarrea, dificultad para respirar, sarpullidos en la piel…). Cuantos más datos le des al médico, más fácil será encontrar la causa que provoca la fiebre. Otros métodos Uso de antitérmicos Normalmente se recurre a antitérmicos (paracetamol, ibuprofeno) para tratar la fiebre, aunque no siempre es imprescindible. La dosis se administrará cada 6-8 horas y, en casos estrictamente necesarios se puede valorar la posibilidad de alternarlos cada 4 horas. Otros métodos Realización de baños de agua templada (2-3ºC por debajo de la temperatura corporal). Retirar el exceso de ropa o mantas para evitar que siga subiendo el calor corporal. Mantener la temperatura de casa agradable entre 20-22ºC. Beber abundante líquido para evitar la deshidratación, que es una de las consecuencias más habituales de la fiebre. Realización de baños de agua templada (2-3ºC por debajo de la temperatura corporal). • Retirar el exceso de ropa o mantas para evitar que siga subiendo el calor corporal. Mantener la temperatura de casa agradable entre 20-22ºC. Beber abundante líquido para evitar la deshidratación, que es una de las consecuencias más habituales de la Información tomada de https://www.salud.mapfre.es/enfermedades/reportajes-enfermedades/
La importancia del ejercicio
¿Cuáles son los beneficios de hacer ejercicio? Los expertos recomiendan que los adolescentes hagan 60 minutos o más de actividad física de moderada a vigorosa cada día. Esto se puede deber a varios motivos, como los siguientes: El ejercicio físico es bueno para todas las partes del cuerpo, incluida la mente. El ejercicio mejora la salud del cerebro y el aprendizaje. Puede ayudar a las personas a dormir mejor. Cuando haces ejercicio, tu cuerpo produce sustancias químicas que te ayudan a sentirte bien. El ejercicio reduce las posibilidades de sufrir de depresión y disminuye los sentimientos de ansiedad. Además, el ejercicio puede darte una verdadera sensación de logro y orgullo por alcanzar metas, como dominar un nuevo paso de baile o batir un récord personal en 100 metros llanos. El ejercicio físico ayuda a las personas a mantener un peso saludable y reducir el riesgo de algunas enfermedades. Hacer ejercicio regularmente puede ayudar a prevenir el aumento de peso, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y la presión arterial alta. El ejercicio para fortalecer los huesos, como saltar, correr o levantar pesas, puede ayudar a mantener los huesos fuertes. El ejercicio ayuda a envejecer bien. Quizás no te parezca importante ahora, pero tu cuerpo te lo agradecerá más adelante. Hacer ejercicio de forma regular mejora la calidad de vida (la capacidad de disfrutar de las cosas) a medida que envejeces. Puede mejorar la salud del cerebro y reducir la posibilidad de contraer la enfermedad de Alzheimer (una enfermedad del cerebro que provoca la pérdida de la memoria). El ejercicio puede ayudar a prevenir caídas y lesiones provocadas por caídas. Las tres partes de una rutina equilibrada de ejercicio físico son las siguientes: los ejercicios aeróbicos, los ejercicios de fuerza y los ejercicios de flexibilidad. ¿Cómo puedo hacer ejercicio aeróbico? Al igual que otros músculos, el corazón disfruta de un buen entrenamiento. Un ejercicio aeróbico es cualquier tipo de ejercicio que haga que el corazón bombee y lata más fuerte. Si proporcionas a tu corazón y tus pulmones este tipo de entrenamiento con regularidad, se harán más fuertes y serán más eficientes a la hora de llevar oxígeno (en forma de células portadoras de oxígeno) a todas las partes de tu cuerpo.